Hacia la puerta gris



Mis pasos seducidos,
atraídos
por una conciencia enajenada
me llevan lentos 
hasta la esquina de la “Ferretería”.
Miro, olfateo.
Como en sueños me entrego
a huellas imprecisas de la memoria.
Ahora frente al portón de la calle San Lorenzo.
Entro; ya no dudo.
Me toma de cuerpo entero  
un DOLOR calmo y seguro/ macerado por los años 
que se parece bastante a la aceptación.
Avanzo todavía más.
Aquella adolescente se estremece.
Recuerdo olores, reconozco plomizos colores 
no hay respuestas, ni más preguntas.
No hay palabras.
Sólo sensaciones incrustadas en mi pecho.


Me detengo frente a la puerta gris y lloro.
Lloro,
lloro en silencio.

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