Quizás

Unos garabatos inmóviles,

nubes niñas que corren 

mostrando sus traseros encendidos  por el ocaso.


La calma de la parra recién podada

abraza segura los alambres  desnudos 

a la espera de la ocasión,

un  llamador de ángeles remolón

se quedó sin fuerzas para gritar.


Todo es tan fugaz.


Tranquila

la certeza del mundo no amaina

como el frío en la intemperie

a unos pocos pasos de mis pies.

 

Pasa un tren,  las olas restriegan la playa, 

el agua golpea el muelle, 

un pescador rema junto a las gaviotas.


Alboroto y ajetreo ¿o melodía y danza?


El día sucumbe tras un falso homicidio 

para ahogar con luz al asesino 

unas horas más tarde.


¿Qué sobreviene luego del temor? 

(a la soledad, a la pobreza,  a este enemigo intangible, 

al que mata por poco, a la locura).


Quizás     la muerte 

no es aquello que pensábamos.





 


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